Por Andrés Pallaro, empresario cordobés comprometido con el desarrollo emprendedor. Director de estrategia y comercialización de modelos digitales.
“Los primeros pasos de un emprendedor siempre son los más importantes. Sólo venciendo el miedo, aceptando la incertidumbre y jugando con el riesgo, darás ese paso mágico que es iniciar.”
El emprendedorismo es una corriente infrenable. Las sociedades del empleo masivo, propias del paradigma industrial del siglo XX, se están terminando. Es tiempo de emprendedores, personas simples, como vos y como yo, que sentimos que podemos resolver alguna necesidad de alguien a través de una actividad que refleja nuestra habilidad y dedicación. Y, al hacerlo, validamos nuestra pretensión de ganar dinero con ello.
Nos preocupa todo lo que hay que hacer para iniciar un emprendimiento. El dinero, el trabajo actual, el socio, el producto, la posibilidad de vender, la entrega, los colaboradores, la competencia, los costos. Y mucho más. ¡Es enorme la lista! Por ello, y siguiendo a miles de emprendedores que vencieron el «valle de la muerte» y lograron sobrevivir, no tengo mejor consejo que decirte que ¡sólo se trata de arrancar! Si esperas a tener un plan detallado, muchas variables controladas, tu vida armonizada y el clima ideal, nunca empezarás. Sólo venciendo el miedo, aceptando la incertidumbre inherente, jugando con el riesgo todo lo que se pueda, darás ese paso mágico que es iniciar.
Si estás en ese momento de reflexión previo al inicio, algo que todos hemos vivido, y coincidís conmigo que nunca habrá condiciones ideales para emprender, te sugiero consideres las siguientes premisas:
1- El tamaño no es lo más importante
No te traumes con los mensajes de «hacer algo grande» o «ser los mejores». Muchos eventos y seminarios hablan de esto. Pero yo te digo: vos podés hacer algo pequeño y hermoso. Y si funciona, siempre habrá senderos para crecer. ¿Quién puede saber cuánto?
2- No lo hagas solo
Salí de la zona de confort. Busca una «media naranja», uno o más socios con los que compartas anhelos y valores, y que puedan ser los compañeros de una ruta plagada de obstáculos. No quieras ser un héroe. Es mejor ser sólo un emprendedor.
3- Confía en tus instintos
El emprendedor que se arremanga en la aventura de la acción siempre tiene una sensibilidad superior a cualquier palabra de experto o análisis estadístico. Tu conexión con lo que estás haciendo y el valor que puede agregarle a alguien será siempre un faro en el que bebés confiar. Sin terquedad, pues siempre es factible corregir rumbos.
4- Foco en vender
Aún en etapas tempranísimas, cuando tu producto o servicio está lejos de lo que te gustaría, es factible y aconsejable vender. Siempre habrá clientes que toleren y disfruten tus versiones iniciales. Si te da un poquito de vergüenza, sólo aguanta. Estarás a la vuelta de la esquina de la versión mejorada que te dará grandes satisfacciones.
5- Decidí qué sacrificar
Puedes sostener tu trabajo actual un tiempo, o inventar maneras de sobrevivir mientras tu emprendimiento madura. Son posibles estos híbridos (¡Por un tiempo!). Lo que no es posible es que no sacrifiques nada de tu vida actual. Decide qué vas a cortar. Necesitarás más tiempo, tus fines de semana no serán más sólo de ocio. Por ello bebés decidir qué dejarás de hacer. Haz tu ofrenda a tu emprendimiento. ¿Qué más merecido?
El mundo volverá a ser un conglomerado de tribus locales. Y dentro de ellas, dominarán los emprendedores. Como los artesanos y los pastores de antaño. Personas que puedan resolver sus pequeñas economías, producir, vender y progresar. Sin privilegios, con menos subsidios, sin mercados cautivos y con menos devoción a algo llamado «sueldo». Acordate de Herodoto: «Todo lo que el hombre consigue es fruto del atrevimiento». Ante todo, se trata de empezar.
Fuente: Suplemento “Dale Emprendé” de la Secretaría Pyme del Ministerio de Industria, Comercio, Minería y Desarrollo Científico Tecnológico de la Provincia de Córda, diario Día a Día y Cadena 3.